El mito de la geografía “en singular”: de la
dialéctica de los paradigmas a la pluralidad de enfoques.
En el caso de la geografía se alude al papel
de esta materia en la enseñanza o de su relación con la historia y otras
ciencias sociales. Todo un discurso que reduce su aportación a una concepción
decimonónica del saber académico. Así la geografía y la historia eran las
encargadas de dar cuenta del sentido patrio del devenir histórico y del
territorio organizado políticamente4 ; una formación destinada a las elites
sociales, pues ellas eran las destinatarias de estas informaciones que se
desarrollaban en Primaria Superior y Secundaria. Más tarde fue necesario
compendiar estos hechos en unos manuales destinados a una población más
numerosa. Desde entonces, finales del siglo XIX e inicio del XX, los equívocos
entre pasado e historia, entre espacio y territorio o entre cronología y tiempo
no han hecho más que aumentar.
Cuando en el siglo XX surgen nuevas formas de
entender la explicación geográfica del espacio, la consiguiente especialización
(geomorfología, climatología, biogeografía, geografía del género...) da lugar a
una fragmentación disciplinar que hace difícil seguir manteniendo las mismas
posiciones educativas. Los geógrafos universitarios ya no mantenían unas metas
semejantes, que estaban determinadas por la idea de la armonía entre el medio
físico y la acción antrópica. Aparecen nuevas preocupaciones que no eran ajenas
al crecimiento de la urbanización y de los conflictos que aparecían en la
ordenación del territorio.
La crisis de la educación geográfica y de su
pérdida de identidad surge en la segunda mitad del siglo XX asociada en gran
medida a su imagen de síntesis de conocimientos sobre un territorio, que además
solía coincidir con un Estado-nación. En el campo de la educación obligatoria
la geografía debía consolidar su posición en el conjunto de las ciencias
sociales, lo que le daba lugar a que abandonara sus preocupaciones ambientales.
Una posición que fue duramente criticada por los geógrafos que reivindicaban el
predominio de la síntesis regional como esencia del saber específico.
Los diferentes contextos sociales de los
investigadores y profesores
Respecto al
papel que juega la geografía en la investigación sobre el espacio me parece de
gran importancia fijar las relaciones que se establecen entre el sujeto investigador
y el objeto de investigación, que muchas veces es también un sujeto que vive en
las mismas condiciones sociales que la persona que lleva a cabo el estudio. En
un caso el investigador formula su proyecto a partir de una necesidad sentida
por la población e interpretada por él desde su particular ideología y rigor
académico, que se transforma en una hipótesis de trabajo; un ejemplo es lo que
analiza el profesor Capel y sus colabores en el portal Geocrítica respecto a
Barcelona, así como los relatos de vida que transcribe E. Soja (2008) respecto
a Los Ángeles o bien las evidencias empíricas que sirven para ejemplificar sus
teoría a D. Harvey con la ciudad de Baltimore. Ejemplos semejantes de
compromiso con las demandas sociales los podemos encontrar en el caso de W.
Bunge y sus expediciones geográficas14, con el objetivo de poder entender mejor
el espacio cotidiano, algo que constituía el objeto de sus investigaciones, de
tal manera que los investigadores querían sumergirse en el mundo social que analizaban
(Mattson, 1978). Un asunto que se proyecta a la didáctica de la historia, sobre
todo cuando ésta se centra en el análisis de un territorio concreto, como han
mostrados los estudios de Encarna Gil (1993) y A. Brusa y L. Cajania (2005)
para el estudio de África, pues los estereotipos sociales dificultan el estudio
histórico.
Espacio cotidiano, espacio complejo, espacio
banal, según las diferentes concepciones y que deriva en los momentos iniciales
del siglo XXI en el espacio cibernético, que modifica las distancias físicas en
aras de una proximidad telemática y construye nuevos hábitos de relación social
y espacial. Un espacio que nos remite desde la misma etimología al concepto de
orden, dominio (ciber). Un espacio que mantiene una organización bajo el
aparente caos de la simultaneidad de las relaciones sociales. Y esta teoría del
espacio supone un reto para la didáctica entendida como proceso de
investigación comunicativa.
Los modelos educativos y las teorías
geográficas: De las teorías paradigmáticas de aprendizaje a la diversidad
social.
A menudo,
en los ámbitos educativos, se identifica el saber académico con el conocimiento
teórico y la enseñanza de los profesores en el aula con la práctica docente. La
confusión estriba en presentar dos mundos opuestos, como si el saber académico
se elaborase al margen de las clases universitarias y la práctica de los
centros de enseñanzas primaria y secundaria se desarrollara sin ningún tipo de
reflexión teórica sobre el qué y el cómo enseñar a los alumnos unos contenidos
precisos.
Además, la docencia universitaria también es objeto de reflexión
teórica, aunque sea despreciada por muchos profesores. Por eso concedemos una
gran relevancia a la posibilidad de relacionar la innovación en las aulas con
la investigación educativa, algo que no es único y original, pues desde otros
sistemas educativos se ha planteado el mismo esquema de relación (Le Roux,
2005).
De esta
manera lo que nos interesa cuestionar es hasta qué punto los presupuestos
teóricos en geografía sirven para descubrir las necesidades sociales, muchas
veces veladas por la información superficial, y poner ante los ojos del sistema
escolar (reglado o informal) un conjunto de datos y teorías que facilita la
comprensión crítica del mundo. Al mismo tiempo queremos conocer si existen
coincidencias con los procesos desarrollados en el diseño del currículo escolar
desde otras materias. Es decir, si las diferentes escuelas o tendencias en la
pedagogía y psicología también han tratado de imponer una determinada concepción
educativa por la vía del paradigma dominante.
El diálogo entre paradigmas y modelos educativos
El siguiente cuadro nos ofrece una perspectiva de las aportaciones que pueden realizar
las distintas geografías a la elaboración de un modelo escolar
La quiebra del cambio paradigmático en los años finales
del veinte
Las relaciones entre el conocimiento
científico y el escolar legitiman las materias escolares como productos que
proceden del saber docto, pero que llegan al aula a través de los agentes y
medios de las instituciones escolares, lo que genera una forma específica de
producción.
Así la geografía escolar deseable
constituiría un saber contextual, contrastado, dinámico y creciente, razonado y
persuasivo, estructurado, activo y significativo; con un compromiso ideológico,
que no se hace explícito. Desde otra posición se revisa la organización de esta
materia en relación con la existencia de una cultura escolar autónoma, que se
entiende que se organiza de acuerdo con las necesidades propias del marco escolar
y no tanto como trasposición del saber docto.
Una alternativa: los proyectos curriculares y el modelo
del profesor investigador
El modelo de profesor investigador se
completa en el estudio de las repercusiones del aprendizaje escolar en la
creación del espacio público educativo que condiciona las estrategias escolares
y, al mismo tiempo, es elaborado por el conjunto de agentes que intervienen en
la denominada comunidad escolar; un espacio que surge de las motivaciones de
las personas que conforman la comunidad escolar y no desde el poder político de
rango superior. Una investigación sobre el proceso de aprendizaje del alumnado
que aúna la innovación en el aula con la misma formación permanente de los
docentes.
En
este sentido el papel de la geografía educativa es muy importante.
En primer
lugar para diagnosticar las relaciones sociales que aparecen en el barrio o
pueblo donde se produce el reclutamiento del alumnado. No es posible
desarrollar las mismas estrategias didácticas en un lugar donde las familias no
tienen estudios que en otro donde el capital cultural familiar es
universitario.
Implicaciones en la praxis escolar
La praxis escolar la podemos definir como la
adopción de una serie de medidas conducentes para confeccionar un conjunto de
actividades didácticas.
Dicha actuación está guiada por nuestros
conceptos del saber escolar. Hemos pretendido reflejar en líneas precedentes
cómo puede influir en esta toma de decisiones el hecho de tener un conocimiento
riguroso sobre la pluralidad de perspectivas de análisis geográfico; o sea un
proyecto curricular.
Un saber que implica una impugnación de la
singularidad y pretendida especificidad de la disciplina escolar que llamamos
geografía.
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