miércoles, 10 de junio de 2015

LA HISTORIA DE LAS COSAS

¿Alguna vez te preguntaste de dónde vienen las cosas que compramos y a dónde van cuando las tiramos? Los libros de economía dicen que las cosas se mueven a través de un sistema lineal de Extracción, Producción, Distribución, Consumo y Descarte, y esto se llama “Economía de los Materiales”.
Este sistema está en crisis porque es un sistema lineal y estamos en un planeta finito, y esto no se puede hacer indefinidamente porque el sistema interactúa con las culturas, el medio ambiente, etc. En este proceso el sistema se topa con límites que no se ven en el diagrama original porque está incompleto.
Lo primero que falta tener en cuenta son las personas, y en este sistema hay personas que son más importantes que otras. Primero tenemos al gobierno, cuyo trabajo es proteger al pueblo, aunque lo hayamos olvidado, cosa que es un error tanto de los gobiernos como nuestro. En segundo lugar tenemos a la corporación, que es hoy más grande que el gobierno: de las 100 economías más grandes del planeta, 51 son corporaciones. Al tener ese enorme poder, los gobiernos se preocupan por facilitarles las cosas a las corporaciones más que al pueblo, por miedo a que rueden cabezas o por ambición de riquezas personales.

Empecemos con la Extracción, que es una palabra linda para hablar de la explotación de los recursos naturales y la destrucción del planeta. Esto significa que talamos todos los árboles, dinamitamos todas las montañas para extraer todos sus minerales contaminamos el agua con los desechos humanos, industriales, agrícolas y mineros; y matamos todos los  animales, con los modelos de monocultivo o la pesca depredadora.

Este es nuestro primer límite: nos estamos quedando sin recursos, ya que la extracción no es esporádica, diversificada y a pequeña escala, como naturalmente hacen los animales, y entre ellos el hombre de vida rural o pesquera. La explotación la realizan mega empresas multinacionales a escalas industriales, sin descanso y especializándose en determinados recursos. Esta explotación es tan grande y tan rápida que el planeta está perdiendo la  capacidad de albergar vida humana.

La respuesta a esta limitación es ir y sacar los recursos de alguien más, o sea, al tercer mundo. El tercer mundo es un conjunto de países con gran atraso económico-social, como el analfabetismo, el hambre, las carencias hospitalarias y de salud pública, las viviendas y servicios sanitarios precarios, una escasa expectativa de vida, etc., y está conformado en líneas muy generales por África, América Latina y un sector de Asia. Estas condiciones de falta de conocimiento, tiempo, energía y posibilidades económicas de las personas facilitan a los gobernantes del primer mundo adueñarse de los recursos de los países del tercer mundo comprando legisladores y presidentes. Salvo algunas excepciones, los gobiernos del tercer mundo entregan (a cambio de dinero en sus cuentas o por la fuerza) los recursos del país, sin control ni cuidado del medio ambiente. A estos países se llevan las prácticas industriales que están prohibidas en el primer mundo por dañinas. Por ejemplo, el incremento exponencial de capturas de peces, pasó de apenas 3 millones de toneladas a principios de siglo XX a los más de 100 millones en la actualidad, gracias a la debilidad legal de nuestros países.

¿Qué pasa con la gente que vive en el tercer mundo? Bueno, según el gobierno y las corporaciones, esas personas no son dueñas de los recursos aunque hayan vivido allí por generaciones, tampoco son dueñas de la producción realizada con esos recursos, y consumen poco, y en este sistema, si no compras o no eres dueño de muchas cosas, no tienes valor.
En la etapa de Producción, se toman los recursos y se utiliza energía para mezclarlos con productos químicos para crear productos tóxicos contaminados. De los cientos de miles de químicos sintéticos existentes en el comercio actual, solamente algunos han sido testeados para ver su impacto en la salud humana y ninguno para ver impacto sinérgicos de salud, o sea, cuando interactúan con todos los otros químicos a los que estamos expuestos todos los días.
Estos tóxicos se acumulan en la cadena alimenticia y se concentran en nuestros cuerpos. En la punta de la cadena alimenticia y con la mayor concentración de contaminantes tóxicos se encuentra la leche materna, o sea que los bebés reciben de ese modo su dosis más alta de toda la vida de sustancias tóxicas.
Y, por supuesto, las personas que más absorben los tóxicos son las que trabajan en las fábricas, muchos de ellos son mujeres en edad reproductiva. ¿Qué persona trabajaría en un lugar expuesto a sustancias tóxicas? Alguien que no tiene otra opción. La erosión de ambientes y economías en el tercer mundo da un suministro constante de personas sin otra opción.
Los tóxicos no sólo salen en los productos, sino también y peor en los subproductos contaminantes.

En la etapa de Distribución el objetivo principal es vender toda esta chatarra tóxica lo más rápido posible. La meta es que los precios se mantengan bajos, la gente siga comprando y el inventario se mueva.

¿Cómo mantienen bajos los precios? Les pagan poco a los empleados y evitan pagarles el seguro de salud cuando pueden.  Esto significa que el costo real de hacer las cosas no se refleja en el precio, o sea que no estamos pagando por las cosas que compramos.

Por ejemplo, si vas a un todo por $2 y encontrarás una radio a $4.99, ¿cómo puede ser que ese precio refleje el costo de hacer esa radio y llevarla hasta tus manos? El metal a lo mejor se extrajo en Sudáfrica, el petróleo a lo mejor viene de Iraq, los plásticos de habrán producido en China y seguramente todo fue ensamblado en una maquiladora en México por un chico de 15 años. $5 ni siquiera cubriría la renta del espacio que ocupa la radio en ese local, ni parte del salario del empleado que te atiende allí, ni las varias cruzadas en barco o en camión que realizaron las piezas de la radio.

Entonces, si tu no pagas por el costo de la radio, ¿quién lo hace? Lo hacen las personas del tercer mundo perdiendo sus recursos naturales, los empleados pagan con la pérdida del aire y agua limpios, y con tasas de malformaciones, asma y cáncer siempre en aumento. 

Así llegamos a la etapa del Consumo, la más protegida por los gobiernos y las corporaciones, ya que es el motor del sistema completo. Por eso nuestra cultura fue moldeada para identificarnos como consumidores: nuestro éxito en la vida no es como padres, estudiantes o profesionales, sino por nuestra capacidad de consumo. El porcentaje del flujo total de materiales de este sistema  que aún están en los productos o usándose luego de 6 meses después de su venta en Estados Unidos es del 1%. O sea que el 99% de las cosas que cosechamos, extraemos y fabricamos es basura en 6 meses. Esto no siempre fue así. Según el Instituto Worldwatch el gasto de los hogares se ha multiplicado por cuatro desde 1960, y el 12% de la población del mundo que vive en Norteamérica y en Europa occidental es responsable del 60% del consumo. En la época de nuestros abuelos, el ingenio y el ahorro se valoraban.

Entonces, ¿cómo pasó esto? Gracias al diseño de los gobiernos y las corporaciones, que luego de la 2da guerra mundial se reunieron para resucitar la economía norteamericana. El analista de mercado Víctor LeBeau articuló la solución que se ha convertido en norma en el mundo entero. “Nuestra economía tan productiva demanda que hagamos del consumo nuestro estilo de vida, que la compra y el uso de bienes se convierta en rito, que busquemos nuestra satisfacción espiritual y del ego en el consumo, necesitamos que las cosas se consuman, se quemen, se reemplacen y se desechen con una velocidad siempre mayor”. Y el presidente del Consejo de Asesores sobre la economía del presidente Eisenhower dijo que “el propósito final de la economía estadounidense era producir más bienes de consumo”. Ni servicios médicos, ni educación, ni transporte seguro, sustentabilidad ni justicia, sino bienes de consumo. ¿Cómo hicieron para que participáramos con tantas ganas en este programa? Dos de sus estrategias más efectivas son la obsolencia planificada y la obsolencia percibida.

La obsolencia planificada quiere decir “diseñado para el basurero”, o sea que diseñan cosas para ser inútiles lo más rápido posible para que las tiremos y vayamos a comprar otra nueva, desde bolsas de plástico hasta computadoras. ¿Te fijaste que cuando compras una computadora la tecnología cambia tan rápido que dentro de pocos  años se torna un impedimento para la comunicación? La pieza que cambia cada año es una fichita chiquita en un rincón, pero no puedes cambiar sólo esa ficha, porque cada versión es de otra forma, así que tienes que tirar el aparato entero y comprar uno nuevo.

Pero las cosas no se pueden romper lo suficientemente rápido para mantener al consumidor comprando constantemente, y para eso está la obsolencia percibida, que nos convence de tirar cosas que aún son perfectamente útiles, para lo cual cambian el aspecto de las cosas. Así, si tienes algo que compraste hace unos años, todos saben que no colaboraste con la etapa del consumo últimamente, y ya que demostramos nuestro valor contribuyendo al consumo, puede ser vergonzoso. Ese es el papel que juega la moda y la estética humana y material en el mundo.

Las publicidades y los medios en general cumplen un rol fundamental en esto. En Estados Unidos, cada persona ve alrededor de 3000 publicidades por día, hoy vemos más publicidades en un día de lo que se veía hace 50 años en una vida entera. Y, ¿para qué sirve la publicidad si no es para hacernos sentir infelices con lo que tenemos? Así que 3000 veces por día se nos dice que nuestro pelo, nuestra piel, nuestra ropa, nuestros muebles, nuestros autos, todo lo que tenemos está mal, nosotros estamos mal, pero que todo se puede arreglar si solamente vamos de compras. Los medios también se encargan de esconder todas las etapas de este camino para que lo único que veamos se la etapa de las compras. Pero a medida que tenemos más cosas, tenemos menos tiempo para lo que realmente nos hace felices: la familia, los amigos, el ocio, el arte. Estamos trabajando más duro que nunca. ¿Y sabes cuáles son las dos principales actividades que realizamos en el poco tiempo de ocio que tenemos? Mirar tele e ir de compras.

Así que estamos en esta situación ridícula en la que vamos al trabajo, a veces a dos, llegamos a casa y estamos exhaustos, así que nos sentamos en nuestro nuevo sofá y vemos tele, y la publicidades nos dicen que somos una porquería, así que tenemos que ir a comprar algo para sentirnos mejor, y después tenemos que ir más al trabajo para pagar lo que compramos, llegamos a casa y estamos más cansados, así que te sientas a mirar la tele y te dicen que salgas otra vez de compras, y así estamos en una rutina loca y sin fin de trabajar, mirar, gastar, y podríamos simplemente parar. Al final, ¿qué pasa con todas las cosas que compramos? A esta velocidad de consumo las cosas no entran en nuestras casas, y todo sale en la basura, y eso nos lleva al descarte.

Según la Agencia de Protección Ambiental de EE UU, el estadounidense promedio produce alrededor de 4,4 libras (2 kg) de basura por día, o un total de 29 libras (13 kg) por semana y 1. 600 libras (726 kg) al año. Todas esas cosas que compramos o se llevan a un basural, lo cual es solo un hueco grande en la tierra, o si realmente no tienes suerte, va a parar a un incinerador y después se tiran en un basural. De cualquier manera, los dos contaminan el agua, la tierra, el aire y cambian el clima. Por ejemplo, existe el llamado Gran Parche de Basura del Este. Es una zona del océano cubierta de basura en el centro del Pacífico Norte. El tamaño de la región afectada es desconocida, pero se estima que es en un rango de 700.000 km² a más de 15 millones de km². El área puede contener cerca de 100 millones de toneladas de desechos.

 Hay que aclarar que la incineración es muy mala. ¿Te acuerdas de esos químicos tóxicos en la etapa de producción? Quemar la basura libera esos tóxicos al aire y, aún peor, crea nuevos supertóxicos, como la Dioxina. Esta es la sustancia más tóxica conocida por la ciencia. Los incineradores son la mayor fuente de Dioxina. Eso significa que podríamos parar la mayor fuente de sustancia sintética más tóxica simplemente si dejáramos de quemar basura.

Algunas empresas no quieren construir incineradores y basurales aquí, así simplemente exportan la basura al tercer mundo también. ¿Y el reciclaje ayuda? Sí, reduce la cantidad de basura y reduce la presión en la extracción de recursos, pero reciclar no es suficiente. La basura que sale de nuestras casas es solo la punta del témpano. Por cada bolsa de basura de tu casa, 70 bolsas se de basura se crearon en la etapa de producción. Además mucha de la basura no se puede reciclar porque contiene demasiados tóxicos, o porque está diseñada para no ser reciclada, como todas esas cajas de jugo con metal, papel y plástico todo junto, que no puedes separar para el reciclaje verdadero.


Así que, como ves, es un sistema en crisis. Durante todo el proceso nos topamos con muchos límites, desde no tener felicidad hasta cambiar el clima del planeta: este sistema no está funcionando. Pero lo bueno de un problema tan rotundo es que hay muchos puntos de intervención. Hay gente trabajando en salvar los bosques, en lograr producción limpia, en mejorar las condiciones de trabajo y de comercio, en crear una conciencia de consumo. Todo esto es muy importante, pero el cambio real se va a ver cuando veamos las conexiones. Cuando la gente se una podremos reclamar y transformar este sistema lineal en algo nuevo, un sistema que no desperdicie recursos ni gente. Lo que realmente necesitamos tirar es esta mentalidad de vieja escuela de “todo a la basura”. Hay una nueva escuela de pensamiento sobre esto, y se basa en la sustentabilidad e igualdad, química limpia, cero desechos, producción cerrada, energía renovable, economías locales vivas, esto ya está pasando. Hay gente que dice que es poco real, idealista, que no puede pasar, pero nosotros creemos que los poco realistas son los que quieren continuar en el sistema viejo. Acuérdate: la vieja forma de vida no surgió sola y no debemos resignarnos a vivir con ella, LA GENTE LA CREÓ, y somos gente también. Así que vamos a crear algo nuevo.

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